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TALLER DE POESÍA: POEMAS CORTOS Y DE OBJETOS

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                            La soledad del ciudadano (1932) - Herbert Bayer MANIFIESTO POÉTICO Por Dylan Thomas Usted quiere saber por qué y cómo empecé a escribir y qué poetas o tipo de poesía me emocionaron e influyeron en mí. Para responder a la primera parte de esta pregunta diría en primer lugar quería escribir poesía porque me había enamorado de las palabras. Los primeros poemas que conocí fueron canciones infantiles, y antes de poder leerlas, me había enamorado de sus palabras, sólo de sus palabras. Lo que las palabras representan, simbolizan o querían decir tenía una importancia secundaria; lo que importa era su sonido cuando las oía por primera vez en los labios de la remota e incomprensible gente grande que, por alguna razón, vivía en mi mundo. Y para mí esas palabras eran como pueden ser para un sordo de nacimiento que ha recuperado milagrosamente el oído, los tañidos de las campanas, los so...

CALIBANISMO (Andres Caicedo) 1971

Hay varias maneras de comerse a una persona. Empezando porque debe ser diferente comerse a una mujer que comerse a un hombre. Yo he visto comer hombres, pero no mujeres. No sé si me gustaría ver comer a una mujer alguna vez. Debe ser muy diferente. Lo que yo por mi parte conozco, son tres maneras de comerse a un hombre. Se puede partir en seis pedazos a la persona: cabeza, manos y pies. Sé que hay personas que parten a la persona en ocho pedazos, ya que les gusta sacar también las rodillas, el hueco redondo de las rodillas, recubierto con la única porción de carne roja que tiene el ser humano. La otra forma que conozco es comerse a la persona entera, así no más, a mordiscos lentos, comer un día hasta hartarse y meter el cuerpo al refrigerador y sacarlo el otro día para el desayuno, así. Como comerse un mango a mordiscos. Porque yo puedo decir que a mí antes me gustaba muchísimo el mango verde, y después vino esa moda de partir el mango en pedacitos y fue apenas hace como una semana ...

El Ideal - Andrés Caicedo. (Cuento inédito)

"De todos modos, nadie sonreía. Se paraban innumerables veces y movían lentamente las piernas en un punto fijo. Era una marcha triste, vacía. La lluvia les recordaba que tenían que continuar, que había que seguir adelante, que era un pecado detenerse. Le obedecían a la lluvia. Volteaban a mirar aquel lugar por última vez y seguían con su marcha. ¿Recuerdas el silencio que se originaba en torno a sus cuerpos? ¿Recuerdas cómo todo moría lentamente? ¿Cómo todo se marchitaba mientras ellos pasaban? Porque nadie sonreía. Sabían que tenían un enorme peso en las espalda, pero ni siquiera le prestaban atención, no, no era resignación, era costumbre, falta de otros hábitos, carencia de otro destino. Sí, sabían que había nacido para llevarlo, sabían que vivían sin derecho a una esperanza-. Así estaban cuando saliste a su encuentro por primera vez. Te miraron desinteresadamente. No, no era desinterés lo que llevaba esa mirada. Había búsqueda en aquellos ojos, eran ojos cansados de buscar l...